Los buques se separaron en la altamar,
Las naves jamás se encontraron más en sábados fríos y enigmáticos.
La locomoción de sus ingenierías los opuso, les puso distancia.
Hoy solo se divisan los ecos de sus banderas,
Mientras las olas marinas golpean proa y popa.
¡La tormenta jamás fue tan beligerante en su veredicto!
¡Adios! Fue tan solo lo que diviso,
entre los pálidos cielos
en señales rojas y rotas… ¡sangrantes!
Alberto Lange
19 de marzo, 2011
Años de las locomociones
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